Aurelia aurita
En 1987, un humano, el catedrático de biología recreativa de la Universidad de Maryland, Francis Bowler Jr., se dirigió al foro científico de guardia para afirmar solemnemente que la medusa estaba hecha de gelatina de limón. Los diarios locales dieron cobertura a la noticia, llenando de cualquier manera las páginas científicas (cosa que no siempre resultaba sencilla una vez pasado de largo el Cometa Halley). Miles de chavales, ávidos de nuevas experiencias, se lanzaron al mar. Algunos se ahogaron y el resto pasó semanas con tremendos escozores en el paladar, laringe, esófago y estófago.
Los miembros más jóvenes de la comunidad, esperanza y futuro del país, aprendieron una importante lección. Las medusas, por su parte, decidieron que mejor no volver por allí en un tiempo.
Cuento esta historia para que entendamos que sí, que puede ser que las medusas piquen, pero están en una posición tan vulnerable que no se pueden permitir el lujo de no hacerlo.
Y nadie negará que son transparentes en sus intenciones.
Lo que ya no está tan claro son otras contradicciones de la especie. Aunque detesten ser tocadas, se pongan irritables, huyan de las aglomeraciones, no se les ocurre mejor idea que irse a veranear a la playa. Muy oportuno.
Si algo resulta admirable en las medusas es su sistema locomotor. Tienen tentáculos y sin embargo no nadan, prefieren la propulsión a chorro. Para ello utilizan su cavidad gastrovascular, que absorbe y escupe el agua del mar.
Le gusta:
- La sangría fresca
- Picar entre horas
- El oleaje suave
No le gusta:
- Los excesos de confianza y el contacto físico
- Los remolinos
- Antena 3
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