Helix aspersa
El caracol es un gasterópodo (que quiere decir rastrero, en el buen sentido) dotado de un caparazón espiral que crece a su mismo ritmo y lo protege de los peligros. Aunque, a fin de cuentas, si se lo han de comer se lo comen igual. Pese a todo, el caracol mantiene una fe absoluta en la seguridad del hogar que lleva a cuestas. Del mismo modo, cree también que los cuernos que le salen son protuberancias de grasa.
Además de ingenuo, el caracol es invertebrado, y cuando se pone en marcha segrega una mucosa para evitar la fricción. Hasta aquí normal.
Son hermafroditas, es decir, poseen ambos sexos y se fecundan unos a otros, hala, como si aquello fuera Sodoma y Gomorra. Esto ya... a ver, normal del todo no es.
Hay caracoles de tierra, sí, pero también los hay de mar. No hay que confundir las especies. A ambos les va la humedad pero de distinto modo.
Los caracoles se sienten muy orgullosos de su casa en propiedad, tanto que si encuentran a un caracol homeless, o incluso alquilado, lo miran por encima del caparazón y le llaman cosas terribles, como “babosa”.
Le gusta:
- Que esté de moda ser vegano (entre sus depredadores principalmente)
- Esos días en que ha llovido y huele a limpio
- Ir de acampada a la aventura
No le gusta:
- Compartir piso
- La sequía
- El atletismo
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