Castor canadensis
El castor es un roedor obsesionado con su trabajo, romántico a su manera y muy familiar. Tiene cuatro incisivos muy poderosos con los que puede cortar troncos y clavar clavos. Nunca dejan de crecerle, así que para desgastarlos no puede parar de trabajar. De este modo se atreve con la construcción faraónica de diques con chalet adosado, modificando el ecosistema de los ríos, levantando el país.
Pocos animales se quejan de estas reformas. Seguramente porque los invitan a las barbacoas en la piscina.
Se toma la vida muy en serio. Manda callar en el cine, escucha la radio por las mañanas y, en la facultad, es el único que toma apuntes. Luego le fastidia prestarlos para que se los fotocopien los demás, aunque al final accede porque es un buenazo.
Le encanta el agua, allí está protegido y fresco. Si ve algún peligro golpea su peculiar cola amplia y plana contra la superficie embalsada y, rápidamente, toda la familia se pone a cubierto y finge no estar en casa. La alerta se repite también cuando vienen los del Círculo de lectores
Le gusta:
- El regaliz de palo
- Las camisas de franela a cuadros
- Que haya pelo. Siempre.
No le gusta:
- Las motosierras
- El desorden
- Los acabados baratos
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