Scarabaeus laticollis
El escarabajo pelotero es un coleóptero de color oscuro, ojos compuestos y antenas extensibles. Se diferencia de otros insectos en una cosa, en lugar de ser pesado e irritante suele cultivar las relaciones públicas con destreza. “Qué guapa estás hoy, ¿te has hecho algo en las plumas?”, le dirán a la oropéndola cuando se encuentren. Al búho le dirán: “usted siempre tan sabio y tan certero”, y él dirá que no, que simplemente intenta leer mucho...
Aunque parezca que todo les fascina, no es verdad. Sólo les interesa quedar bien, olvidándose de la sinceridad, instinto (se sabe) de poca utilidad en la naturaleza.
Amasan una bola de excrementos enorme que transportan de acá para allá. No lo hacen por ninguna inclinación artística sino por cuestiones alimenticias. Es como llevar el tentempié en el bolsillo. Cuando les entra el hambre se paran y comen. Es práctico. Pero más todavía cuando la hembra excava y deposita los huevos en el interior de la pelota de estiércol, para que las crías nazcan y crezcan allí. Un ahorro en guardería.
En el Antiguo Egipto observaron el fenómeno con interés, se dieron cuenta de que el escarabajo pelotero acarreaba de un lado a otro su propio renacer. Por eso lo consideraban símbolo de vida eterna, una divinidad más a la que invocar, un amuleto.
Lo cierto es que el escarabajo pelotero ha ganado fama eterna y no se sabe cómo. No hay nadie más trepa en el mundo animal. Ojito con él.
Le gusta:
- Los años 60
- Las alegorías kafkianas
- Posar para las fotos o los papiros
No le gusta:
- Las cuestas (pequeño Sísifo en potencia)
- Las encuestas
- La gente que no aprende a reciclar
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